Republica Dominicana
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Jueves, 28 Noviembre 2019 18:06

Palacio de Bellas Artes

El Palacio de Bellas Artes

 

El Palacio de Bellas Artes se construyó para albergar la Dirección General de Bellas Artes, sus compañías, escuelas y la Galería Nacional, y con el interés de habilitar una sala de espectáculos donde mostrar el trabajo de los grupos artísticos. Fue concebido dentro del Plan Bienal de Construcciones Escolares desarrollado entre 1950 y 1952.

Su apertura, en 1956, “inició una etapa de grandes realizaciones artísticas, un verdadero movimiento de creación, difusión y animación culturales”, según escribió la crítica de arte e investigadora cultural Myrna Guerrero en el libro “El Palacio de Bellas Artes, 1956-2008”.

Expone Guerreo que la estructura acogió en sus primeros cinco años a un público básicamente de clase alta, pero que a partir del ajusticiamiento de Rafael Leónidas Trujillo el público se diversificó socialmente.  El edificio se convirtió en el lugar privilegiado para la enseñanza y la práctica artística de la música, el teatro, la danza y las artes visuales.

 

Diseño y construcción

El Palacio de Bellas Artes fue diseñado por Francisco Manuel Batista Bisonó –Cuqui Batista-, estudiante de término de arquitectura en la Universidad de Santo Domingo, quien propuso dos proyectos, uno moderno de estilo avanzado y audaz, y el otro tradicional y neoclásico, de inspiración griega, por el cual se optó finalmente.

La construcción de 13,375 m² inició en el 1952, a cargo de la Compañía Ingenieros Asociados, Sociedad Civil, que presidia el ingeniero Bienvenido Martínez Brea –Bebecito-, en un terreno ubicado en la avenida Independencia a equina Máximo Gómez, de 24,700 m². El costo total del edificio, incluyendo construcción, mobiliario, decoración y aire acondicionado, fue de RDD$1,555,000.00. Se inauguró el 15 de mayo de 1956.

El edificio, inspirado en el templo de Apolo, de Delfos, es una planta simétrica que cuenta con cuatro fachadas y entradas con escalinatas en cada una de ellas. Las fachadas están decoradas con columnas monumentales de capiteles dóricos que sostienen el entablamento, el cual cuenta con arquitrabe liso, friso de triglifos y metopas y cornisa. Completan la visual de las fachadas los volúmenes de los ocho salones levantados en la azotea, rematados a su vez por estructuras rectangulares, así como por el tambor y la bóveda de la cúpula.

Al pie de cada entrada fueron colocadas dos esculturas de tamaño heroico (8.5 mt.) realizadas por el escultor Antonio Prats Ventós. Representaban figuras masculinas y femeninas que portaban simbologías de las distintas manifestaciones del arte y la ciencia:  lira, máscaras, pintura, música.  Fueron demolidas en 1969 para ser sustituidas por copias de obras europeas.

El edificio fue totalmente construido en hormigón armado, con muros exteriores de 10” y 12” de grosor, lo que hace del Palacio de Bellas Artes una estructura antisísmica, porque además sus bases están afianzadas en roca viva.  Para cubrir las paredes exteriores se utilizó una mezcla de arena de Boca Chica cernida con cemento sin color que le imprimió ese tono particular y único que identificó al Palacio de Bellas Artes por muchos años.

Para la decoración de los interiores y exteriores se contrató la firma española Loscertales, S. A., bajo la dirección del ingeniero Manuel Fernández Grande, quien respetó el estilo griego de la fachada en el auditorio, pero no lo hizo en los salones de reuniones y rotonda, donde siguieron una orientación más bien romana.

Destacan dos grandes murales, colocados en los rellanos de las dos escaleras que conducen a la segunda planta de la Galería Nacional, los cuales fueron realizados por el pintor español José Vela Zanetti, quien vino al país con el grupo de refugiados de la Guerra Civil de España.

En el 2008 el Palacio de Bellas Artes fue reinaugurado, luego de su reconstrucción y ampliación. El objetivo fue dotar a la edificación de espacios nuevos, restaurados y renovados, adecuados a la estructura organizativa actual de la Dirección General de Bellas Artes y al desarrollo de sus actividades.

Las obras, ejecutadas bajo la responsabilidad del arquitecto José Antonio Hernández, zonificaron el edificio en tres ámbitos básicos que acogen las áreas administrativas, las salas de exposiciones y el complejo teatral (Sala Máximo Avilés Blonda, dos teatritos y Salón de Los Espejos). Se adecuaron espacios para las dependencias administrativas y para las compañías artísticas, habilitándose modernas oficinas, salones de ensayo y camerinos.

En los espacios exteriores se agregaron dos estacionamientos soterrados con capacidad para 600 automóviles, y se renovaron los jardines y plazas.

En el 2010, el Palacio de Bellas Artes fue declarado por el Bureau Internacional de Capitales Culturales como uno de los Siete Tesoros de la capital dominicana, selección que se hizo mediante votación popular.

 

Pasados directores de Bellas Artes

 

Jaime Colson (1950-1952 / 1970-1971)

Aris Azar (1952-1955)

Emile Boyrie de Moya (1955-1955 / 1957-1957)

Horacio Vicioso Soto (1955-1957 /1960-1960)

Héctor Incháustegui Cabral (1957-1960 / 1961-1962)

Augusto Peignand Cestero (1960-1960)

Prósper Ruíz Cohén (1960-1961)

Máximo Avilés Blonda (1962-1966)

Nestor Caro (1966-1967)

Aliro Paulino (1967-1970)

Pedro Morales Tronco (1971-1972)

José de Jesús Álvarez (1972-1974)

Manuel Marino Miniño (1974-1976)

Manuel Marino Miniño (1974-1976)

Rubén Suro (1976-1980)

José Delmonte (1980-1981)

Franklin Domínguez (1981-1981 / 1996 1999 / 2008-2014)

Arístides Incháustegui (1981-1982)

Florencia Pierret (1982-1983)

Carmen Heredia (1983-1986)

Ricardo Bello Cardona (1986-1996)

Bruno Rosario Candelier (1999-2000)

Rafael Villalona (2000-2004)

Bernarda Jorge (2004-2008)

























Publicado en Artículos
Viernes, 02 Junio 2017 18:48

Historia

Apuntes históricos


La Dirección General de Bellas Artes fue creada el 19 de julio de 1940, mediante la Ley 311-40, como una dependencia de la Secretaría de Estado de Educación (hoy Ministerio de Educación). El 28 de junio del año 2000, con la promulgación de la Ley 41-00, que creó la Secretaría de Estado de Cultura (hoy Ministerio de Cultura), la institución pasó a formar parte de esta nueva entidad estatal.

Su fundador y primer director fue el doctor Rafael Díaz Niese (Puerto Plata, 1897-Nueva York, 1950), quien luego de vivir en Europa por varios años regresó a la República Dominicana en 1939, tras estallar la Segunda Guerra Mundial. Sus vastos conocimientos sobre el arte y la cultura universal, así como su personalidad y voluntad, le permitieron lograr el apoyo gubernamental para diseñar y poner en marcha una verdadera política cultural en el país.

Díaz Niese se trasladó muy joven a Barcelona, España, donde estudió pintura. En la Universidad de LSorbona, en París, Francia, se graduó de médico, con especialidad en psiquiatría, y también se doctoró en filosofía. Completó su formación en Alemania y Bélgica. Se destacó como crítico de arte, escritor, promotor cultural y políglota, con el dominio de 9 idiomas.

En opinión de Danilo de los Santos, escritor y crítico de arte, Díaz Niese emprendió en la República Dominicana “una auténtica gestión cultural, orientada sobre todo hacia las artes, a las que imprimió un poderoso sentido de modernidad, conforme a las corrientes de las vanguardias artísticas que conocía como hombre actualizado y amante de la cultura francesa”.

Durante la gestión de Díaz Niese, en la Dirección General de Bellas Artes (1940-1950) se inició la estructuración del sistema oficial de instituciones artísticas de enseñanza y difusión, con la creación de la Orquesta Sinfónica Nacional (1941), el Conservatorio Nacional de Música y Declamación (1942), la Escuela Nacional de Bellas Artes (1942), la Galería Nacional de Bellas Artes (1943), el Teatro Escuela de Arte Nacional (1946) y la Escuela Elemental de Música (1947).

Para la conformación de estas entidades, Díaz Niese, además de apoyarse en importantes artistas dominicanos, contó con el talento y la experiencia de los artistas que vinieron al país como parte del exilio republicano español entre 1939 y 1940, quienes fungieron como profesores, organizadores y, en muchos de los casos, como directores de esas instituciones.

Las iniciativas no se limitaron a la capital de la República. También se fundaron escuelas elementales de música en diversas localidades del país, como Enriquillo, Neiba, La Descubierta, Jimaní, El Cercado, Hondo Valle, Elías Piña, Bánica, Dajabón, Restauración y Loma de Cabrera.

Asimismo, se diseñaron y ejecutaron programas de difusión cultural por toda la geografía nacional a través de las Exposiciones Ambulantes de Pintura, la primera de las cuales recorrió el Cibao, del 25 de agosto al 9 de septiembre de 1944, y la segunda circuló por el Sur y el Noreste del país, del 2 al 20 de mayo de 1945.

A Díaz Niese se debe también el inicio del programa de Bienales de Artes Plásticas (1942), actividad competitiva que ha contribuido al fortalecimiento, diversidad y actualización permanente de las artes visuales dominicanas, y que aún se celebra en la actualidad.

Respaldó, además, la creación de la Galería Nacional de Bellas Artes (1943) y favoreció la conformación de la colección de arte moderno, cuyos fondos aumentaron considerablemente con las adquisiciones de nuevos y consagrados artistas y los premios de las bienales de artes plásticas.

El 15 de mayo de 1956 se inauguró el Palacio de Bellas Artes, para acoger la Dirección General de Bellas Artes, sus compañías, escuelas y la Galería Nacional; además, se habilitó una sala de espectáculos, lo que convirtió el edificio en el centro cultural más grande del país.

Con el tiempo el Palacio de Bellas Artes se transformó en un lugar privilegiado para la enseñanza y la práctica artística de la música, el teatro, la danza y las artes visuales, verdadero foco generador y difusor de propuestas que muchas veces obedecieron a los cánones establecidos y otras resultaron ser corrientes innovadoras en las artes dominicanas. 

La creación de la Compañía Lírica Dominicana (1980), el Ballet Clásico Nacional (1981) y el Ballet Folklórico Nacional (1981), los que junto a la formación de la Escuela Nacional de Danza (1990) y la Orquesta Sinfónica Juvenil e Infantil (1997), constituyen hitos significativos de la política cultural estatal de final del siglo XX desde los tiempos de Díaz Niese.

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